martes, 30 de septiembre de 2008

Epitafio

A sus veinte años descubrió que nunca había aprendido a jugar, decidio pues, que era demasiado tarde para aprender y comenzó a trabajar. A sus cincuenta años descubrió que nunca había aprendido a vivir, decidió pues, que la muerte era la unica opción. ¿Comó morir si uno nunca ha vivido? fue la pregunta que le torturo los últimos treinta años de su vida. A sus ochenta años murió arrepentido de como vivio su vida y como ni siquiera esos últimos treinta años los aprovecho. Su epitafio hoy lee: "No olviden jugar para vivir o al menos jugar a que viven".


A mi tía, quien aun esta a tiempo.

1 comentario:

L. Ang dijo...

Fuerte, pero cierta.

A mi me gusta jugar. Además mi oficio y trabajo se presta mucho a jugar.

Cuando doy clases a los niños, me pongo faldas largas y me amarro el pelo en la nuca y me pongo mis lentes. Me gusta cruzar el patio del DIF con un montón de moquitos corriendo detrás y me imagino que soy una maestra como esas imágenes idílicas de maestras altas, serias, un poco regañonas pero cariñosas en el fondo.

Me gusta jugar a que soy maestra y pasarles lista y poner puntitos junto a sus nombres.

Y cuando pinto, ni se diga...